Antes de nada, el "tipo" por excelencia, el "person" insuperable, el hombre que desafía a la muerte y que ha venido a Trinidad a demostrarlo... con ustedes: Mon y la noche trinitense!
Fuente inagotable de anécdotas será, sin duda, que puntualmente iré narrando en este blog, ahora que ya tengo internet en casa (aunque va más lento que cuando se lo robaba a mi vecino índio...).
Empecemos, por ejemplo, con tipos de idiomas en Trinidad, que, por razones prácticas, se pueden agrupar en tres categorías:
1.- Gente que habla en español (lengua latina perfectamente identificada).
2.- Gente que habla en inglés (lengua sajona también identificada dentro del grupo indoeuropeo).
3.- Gente que habla (?) en trinitense (lo llaman "inglés" como lo podrían llamar "chino mandarín", en realidad se trata de una lengua ininteligible sobre la que los lingüistas no se han puesto de acuerdo: hay quienes relacionan su morfología con la del euskera, otros ven filiaciones con lenguas caucásico-papuanas y, al fin, hay también quienes piensan que no se trata de una lengua, sino de sonidos emitidos al azar según les pegue el sol ese día).
También podríamos hablar de tipos de experiencias en Trinidad:
1.- Experiencias prototípicamente caribeñas: horas de piscina, de playa, de tomar cervezas en las terrazas de nuestro "compound"... horas donde el mayor esfuerzo se sitúa en la zona anterior del brazo: levantar la botella y, en los casos extremos, tirar dardos a una diana.
2.- Experiencias devastadoramente caribeñas: ver en blogs posteriores el apartado "cómo tomarse veinte minutos de reloj para indicar una calle que está a la vuelta de la esquina".
3.- Experiencias laborales: todavía no las conozco con la intensidad necesaria para hablar de ellas, pero se está muy lindo en el despacho o paseando o almorzando con el primero que encuentras en el campus.
4.- Experiencias "David Lynch": simplemente, son inexplicables. Ejemplo de ayer: fuimos a Arima, una ciudad en el centro de la isla que realmente no tiene nada de interés y donde dos blancos (iba con Mon) llamaban mucho la atención. Estábamos en un "restaurante" cuando yo fui al baño de chicos con el objetivo, poco ortodoxo, es cierto, de secar los calcetines que estaban empapados después de pillarnos una lluvia tropical (con el consiguiente resfriado, lo que en el Caribe no deja de tener su guasa). De repente entra una chica joven y me dice que qué estoy haciendo, se lo explico, y ella continúa mirándome absorta. Así que me sentí cohibido, me puse los calcetines y me fui fuera del baño, momento en el que ella también sale, me toca en el hombro y me enseña una foto de la mesa donde yo estaba con Mon, pero de la que sólo había fotografiado una bolsa de tamarindos y un zumo de pera que habíamos traído. ¿Cuál es la moraleja?
Misterio...