miércoles, 25 de agosto de 2010

Por qué Anna Karenina era una auténtica tarada

 No sé quién dijo, pero muy bien dicho, que la literatura nace del asombro. Incluso algo tan humilde como escribir un simple blog contando a los amigos la vida en una isla, nace del asombro. Y resulta que pronto se deja uno de asombrar. De repente, un día, me había olvidado de que soy blanco. No, no es que piense que soy negro, a pesar del sol tenaz en el Caribe, sino que de repente ya no me sentía extraño rodeado de trinis, ya no sentía el vértigo, el asombro, a veces el miedo, de ser diferente. La vida muy pronto se convierte en algo normal. Y la normalidad no es literaria. O sí, pero mirándola desde la distancia, exiliándose de la normalidad por un momento.

 Pero a veces hay algo, un pequeño detalle, que te devuelve a la extrañeza. Por ejemplo, esta mañana, caminando hacia la universidad, me ha pitado un coche y resultaba ser Adèle, de mi departamento ("Liberal Arts"), ofreciéndome llevarme. Lo extraño me ha surgido de su pregunta "Do you go to work?", de la palabra "work" ("trabajar"), de que yo fuera a trabajar, de que yo en la universidad estuviera trabajando. De repente, ha vuelto el vértigo de lo extraño.

 Habrá quien piense que esto resulta bastante revelador de la dureza de mi trabajo. Acertará.

1 comentario:

  1. Busca un trabajo que te apasione y no tendrás que trabajar en toda la vida.

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