lunes, 25 de octubre de 2010

Lime de Guiness!

 Al menos para mí, aunque Trinidad promete más todavía. Hoy, 15 horas de lime seguidas, nada mal. Empezamos como al mediodía, en el momento de estas fotos, cuando habían llegado los primeros invitados, y empezamos el picinic, tranquilos y felices juntos:


 Ahí arriba la foto que les hice en el jardín de nuestro "compound", entre la casa de mi amada vecina (Teresa) y la mía, que es la que se ve al frente. Como siempre, bien intercultural: españolas, colombianos, trinitarios, irlandés, francés... y esto parece una carta de cafés o una página de contactos. Y los primeros niños en la foto de ahí abajo, donde veis en el cochecito a mi querido Nicolás (el otro día, contándole un cuento para dormir de su libro favorito, estaba yo traduciéndolo al español -él es bilingüe, pero yo no!- y cada vez que me equivocaba me saltaba a corregirme, jaja, tan mono él:


 Y luego empezó a venir el resto de la gente, como con 4 horas de retraso, con más comida y más bebida, y ahí seguimos hasta tarde, hasta bien tarde, con baño final en la piscina incluido. Y luna llena. Y las palmeras así como del Caribe. Y tan linda la tarde, y la noche, y esta gente, por eso. Es bueno asombrarse todavía.

sábado, 23 de octubre de 2010

La isla (o: Por qué ya casi no os escribo)

 
 Esta noche de sábado, en que se produce la conjunción planetaria de no estar saliendo, y de haber decidido ni corregir exámenes ni darle más vueltas a la ponencia de Costa Rica (sobre "el humor como arma subversiva en la poesía de Roque Dalton"), me he quedado a solas con el ordenador (y con el aire acondicionado, y con una botella de Mountain Dew, y con un geco que trepa por la pared de mi habitación), y he pensado: es el momento de escribir a la gente "del otro lado", a vosotros, que estáis lejos. Y de repente me he dado cuenta. De que no escribiros no es sólo por culpa de la falta del tiempo, de que hay algo más, y no sé si es triste o qué.

 Y es que vivo en una isla, y está rodeada de agua por todas partes. Quiero decir, estoy tan metido en la vida isleña, y es tan distinta, y tan cerrada, que no encuentro el hilo que la conecte a mi vida europea. Es decir, aquí cada día sucede algo, y esos sucesos, y las personas protagonistas, están todas relacionadas entre sí, pero no tienen ninguna conexión con nada ni nadie de "ahí afuera". Entonces, ha llegado el punto en que sería demasiado largo y farragoso ponerme a contar o que, si me limitara a alguna anécdota, no tendría mucho sentido sacada de su contexto, y quizás tampoco tendría mucho interés para alguien de fuera.

 Entonces, ¿cómo escribir un mail a un amigo (por ejemplo, a quien ahora me estés leyendo)? ¿Qué podría contarte? Creo que sólo serían frases tan generalistas que me sentiría como en una conversación de ascensor, y hace meses que no me subo a un ascensor...

 Quizás porque el hecho de que esté tan integrado aquí ha supuesto una especie de "corte" natural. También hoy me he dado cuenta de que en Trinidad casi nunca hablo de mi vida anterior, es como si estuviera tan lejos. Quizás por eso mismo, por la plenitud que vivo en la isla (incluso en el sentido literal, es decir, mi vida ya está casi llena con la isla), y por sentirme aquí realizado, completamente yo. Es algo que no me pasó antes, por ejemplo en París ni en Varsovia. No se trata de que sea mejor mi vida en Trinidad (que lo es), sino de que aquí está más completa, seguramente porque tengo un trabajo que realmente me motiva y una vida que, gracias a toda la gente que me rodea, es real en sí misma.

 Lo cual no significa que las cosas (o, más bien, las personas) del otro lado no sean importantes, incluso muy importantes, sino que están como (y sin el "como") en otra orilla, otro mundo, otra dimensión de la existencia, también real, pero distinta. Tan distinta que a veces me da miedo volver a España de vacaciones, en el sentido de que sería como, no sé, ya sabéis, muy raro. Lo mismo (bueno, lo mismo no será, pero para entendernos) que podían sentir los protagonistas de "Lost" al volver a sus países...

 Y lo más curioso es que recuerdo esa misma sensación cuando conocí a Teresa en Madrid (ya no sé si me lo invento retrospectivamente, pero así lo recuerdo). Quiero decir, ella acababa de volver a España para las vacaciones, y nada más aterrizar, más que reencontrarse con su gente, parece que necesitaba hablar de la isla, como si estuviera tan, literalmente, "encantada" con la isla que no pudiera cortar los lazos que la ataban, que la atan...

 Ay, la capacidad de mitificar que tienen las palabras, uno se pone a escribir y, ya ves.

 Pero es cierto lo que estaba contando, o al menos es cierto que lo siento. Así que: lo siento, si no os escribo, si no te escribo, que no es por desidia ni olvido, sino porque, por mucho internet que haya, estoy en la pinche isla de Lost, o de Trinidad (y Tobago ya lo dejamos para noviembre).

 Y al final resulta que te acabo de escribir, aunque sea asi, de forma abierta para todos, para que sepas que igual me importas y espérame cuando vuelva, de una forma u otra, a la otra orilla.

miércoles, 13 de octubre de 2010

12 de octubre en Trinidad

 Como bien sabéis, ayer fue 12 de octubre, una fecha emblemática para varios de nosotros sobre todo porque son las fiestas del Pilar, además del día de la hispanidad (con todas sus curiosas variantes hispanoamericanas, como "día de la raza", "día del encuentro de culturas" o "día de la resistencia indígena"). Aunque aquí lo que se celebra es el "National Day of Spain", por lo que nos invitaron a una recepción en casa del embajador (cada vez que digo esto me imagino a la Presley con los Ferrero Rocher). La verdad es que ninguno llevamos cámara, así que la única foto que puedo mostraros es la de la invitación:


¿Y cómo son estas cosas? Pues la apertura de Internet -y mi padre- me obligan a ser cauto y ceñirme a lo objetivo, sin entrar en jugosas observaciones personales. Se trata de un conjunto numeroso de personas muy elegantemente vestidas que van saludándose y sonriendo por doquier. Había ministros trinitenses, otros embajadores, otras personas que consideraron representativas de algo, y también españoles (los de la Embajada-Repsol y nosotros, los profesores de las universidades). También, y no menos importante, había dos barras de bar y, se rumorea, algunos camareros que iban ofreciendo algo de comida.

 Se tocaron varias cosas, como los himnos de ambas naciones, y el embajador dio un discurso donde, todo hay que decirlo, habló de nuestra labor y de su intención de abrir un Instituto Cervantes en Trinidad. No miento si digo que los de la Embajada se muestran siempre muy cercanos y atentos con nosotros. Pero uno, qué le vamos a hacer, no está muy hecho a formalidades y comentarios del tipo "yo creo que ________ (rellénese con cualquier tema o personaje) tiene aspectos positivos y aspectos negativos", a excepción de cierto mandatario hispanoamericano que, según parece, sólo tiene aspectos negativos.

 Como la recepción acababa muy temprano, las 9:30, y no estábamos por la labor de irnos a casa, continuamos un ratico más en la famosa "Ariapita Avenue", tomando unos tragos, lo que acrecentó mi proceso de nazificación con las alumnas esta mañana. Bueno, en realidad estoy pasando a otro tema, pero que se ha convertido en el central de mis días, en mi mayor preocupación. Y es la caída en picado del nivel educativo en las universidades de todo el mundo. Y parece que la mía, la UWI, se ha visto muy afectada en los últimos años por un proceso que, por otro lado, es global: la masificación, resultado de ciertos intereses políticos (gobernantes que se vanaglorian del aumento de licenciados y de universitarios, aún a costa de convertir las universidades en guarderías), unido al desprecio por las humanidades (hay directivos en la universidad que pretenden unificar las Filologías con el centro de enseñanza de lenguas, como si fueran una misma cosa, pensando que, total, las lenguas sólo sirven para que haya intérpretes y traductores en las reuniones comerciales).

 El nivel de los alumnos de primero del "Spanish Degree" (equivalente a "Filología Hispánica") es desolador, aunque haya claras excepciones. Y lo más preocupante no es el nivel de conocimientos, sino la poca o nula responsabilidad y espíritu de trabajo que tienen. Hoy una alumna se sorprendió por decirle que las que dejaron en blanco la mitad de las tareas obligatorias estaban suspendidas en la nota de las tareas, mientras que otra batió el récord del humor absurdo. La pregunta era:
 -Si alguien te dice "Cuando viajaba a España, conocí a mi marido", ¿Dónde piensas que lo conoció? ¿Por qué?
  Con dos respuestas posibles: En el avión u otro medio de transporte, porque el imperfecto de "viajaba" indica que no terminó la acción de viajar. O: En España, porque el imperfecto indica que era un hecho habitual para ella viajar a España.
   Pues bien, su respuesta fue: Conocí a mi marido en Francia, porque es un lugar muy romántico.

 ¡Olé! Y a veces me parece que la consigna sea: "como son poco trabajadoras, vamos a hacerlas trabajar poco; y como son bastante inmaduras, vamos a entretenerlas con actividades infantiles". Cuando, obviamente, debe ser todo lo contrario, precisamente porque queremos ayudarlas, y que den lo mejor de sí mismas, en la carrera y en la vida. Es curioso cómo se tiene por retrógrado, además de monstruoso, al profesor exigente, cuando lo retrógrado es permitir que se hundan las humanidades mientras se entretiene a las nenitas en universidades-guarderías para que salgan perfectamente acríticas y dispuestas a creer en nuestra amiga la publicidad: en 30 segundos, y sin esfuerzo, sé feliz comprando Coca-Cola. Y luego viaja a Francia a enamorarte de mi marido.

sábado, 9 de octubre de 2010

Teatro

 No sólo se pasa la vida caribeña de "lime" en "whine", casi al contrario últimamente, me siento estresado de tanto trabajo, y realmente las 15 horas semanales (10 de clases, 3 de teatro y 2 de despacho) se multiplican exponencialmente (aunque también es cierto que en la UWI es difícil diferenciar el trabajo de la vida social). Así que ya he tenido que sacrificar algunos "limes", por ejemplo hoy mismo, viernes, para hacer trabajo pendiente (preparar clases, corregir las tareas de 50 alumnos, preparar la ponencia sobre Roque Dalton para el congreso de Costa Rica -país donde finalmente pasaremos 9 días-, etc.).

 Pero hay veces en que el trabajo te llena de alegría, y en ese sentido uno de los mejores días fue el jueves, primera sesión de teatro. Ya tenía muy buena pinta lo de tener que encargarme del teatro en español (con la inestimable ayuda de mis amadas colombianas), es decir, preparar una obra a lo largo del curso con algunos estudiantes para finalmente representarla en un festival de teatro caribeño en Jamaica -con una previa en Trinidad. Pero lo del jueves superó mis expectativas.

 Necesitábamos cinco estudiantes, y acudieron a la llamada quince, pero no quince cualquiera, sino unos chicos realmente participativos, divertidos y con muchas ganas de actuar, que no tenían vergüenza en ningún tipo de actividad, por muy loca que fuera, y que además lo hacían muy bien. Tanto que ahora mi miedo es que llegue el momento en que tengamos que rechazar a alguien, ya que la UWI sólo paga a cinco estudiantes para Jamaica (y, por desgracia, un solo responsable, así que se quedarán en tierra mis queridas colos...).

  El ejercicio estrella de la tarde era imitar un fragmento de telenovela que pusimos, donde la amante mata a la esposa y luego el marido la encuentra muerta. Y, para ser improvisado, es increíble lo bien que lo hicieron. Lo grabamos en vídeo, por aquello de darles un "feedback", y lástima que tarden tanto en cargarse, porque en toda la noche ni he conseguido subir un solo video, así que os tendréis que conformar, al menos de momento, con dos fotos cutres: la primera, de los estudiantes/actores tomando nota de la escena, y la segunda del primero de los grupos ensayándola antes de subir al escenario:


sábado, 2 de octubre de 2010

Hijab


 Suele ser una frase hecha la de que uno aprende mucho de sus alumnos. Pero a veces es rotundamente cierta, y no sabía hasta qué punto. Pero ayer en clase, donde tocaba el tema de las diferentes culturas y formas de vida, algunas alumnas, muy especialmente las musulmanas, me ayudaron a entender fuertemente no sólo su cultura sino, sobre todo, hasta qué punto mi mente había sido eurocentrista hasta entonces.

 El contexto de los musulmanes en Trinidad no es muy distinto del de Europa, ya que también aquí son una minoría (no llegan al 10%) bastante incomprendida. Aunque esta es una sociedad mucho más conservadora y religiosa (dominando los cristianos, entre los afro-trinis, y los hinduistas, entre los indo-trinis), también aquí resultan muy aplastantes las imposiciones culturales del capitalismo occidental. Y esta cultura capitalista, absolutamente dominante en Europa, nos ha llevado a la idea de que una mayor libertad implica un mayor libertinaje ("fast sex", usar y tirar, comprar otra pepsi, no pensar demasiado), olvidando el hecho de que una mujer puede libremente querer llevar el velo (lo que, además, supone hoy una forma de rebeldía contra los valores dominantes, contra la imposición de que la mujer debe enseñar su cuerpo, que además debe ser medidamente delgado y canónico).

 Así, hemos llegado a pensar que la liberación de la mujer pasa por quitarse la ropa (curiosa forma de luchar contra el machismo), y que pobrecitas las musulmanas que se ven obligadas a llevar velo... A mí, la verdad, me parece mucho más sumisa la actitud de seguir las consignas que nos venden continuamente los publicistas y programadores, unas consignas que, no por casualidad, favorecen muchísimo a los poderosos.

  Si lo que define a la izquierda es la lucha contra los poderosos, creo que cualquier movimiento liberador tiene que luchar contra quien realmente hoy nos oprime, que no es ya la iglesia franquista (seamos serios, ¿qué porcentaje de jóvenes españoles se reprime hoy en día para llegar virgen al matrimonio?), ni ninguna instancia similar, al menos en España. Su tiempo de gloria ya pasó, por suerte. Tanto es así que hoy en día (y toda lucha debe anclarse en un contexto concreto) muchos de los valores habitualmente denominados "conservadores" han devenido revolucionarios. Por ejemplo: el esfuerzo, la lentitud, la fidelidad.

 Las clases dominantes, que se ríen (con toda la razón) ante los niñatos que les compran camisetas del Che Guevara para parecer revolucionarios, empezarían a tener miedo si esos mismos adolescentes decidieran empezar a estudiar.