sábado, 2 de octubre de 2010

Hijab


 Suele ser una frase hecha la de que uno aprende mucho de sus alumnos. Pero a veces es rotundamente cierta, y no sabía hasta qué punto. Pero ayer en clase, donde tocaba el tema de las diferentes culturas y formas de vida, algunas alumnas, muy especialmente las musulmanas, me ayudaron a entender fuertemente no sólo su cultura sino, sobre todo, hasta qué punto mi mente había sido eurocentrista hasta entonces.

 El contexto de los musulmanes en Trinidad no es muy distinto del de Europa, ya que también aquí son una minoría (no llegan al 10%) bastante incomprendida. Aunque esta es una sociedad mucho más conservadora y religiosa (dominando los cristianos, entre los afro-trinis, y los hinduistas, entre los indo-trinis), también aquí resultan muy aplastantes las imposiciones culturales del capitalismo occidental. Y esta cultura capitalista, absolutamente dominante en Europa, nos ha llevado a la idea de que una mayor libertad implica un mayor libertinaje ("fast sex", usar y tirar, comprar otra pepsi, no pensar demasiado), olvidando el hecho de que una mujer puede libremente querer llevar el velo (lo que, además, supone hoy una forma de rebeldía contra los valores dominantes, contra la imposición de que la mujer debe enseñar su cuerpo, que además debe ser medidamente delgado y canónico).

 Así, hemos llegado a pensar que la liberación de la mujer pasa por quitarse la ropa (curiosa forma de luchar contra el machismo), y que pobrecitas las musulmanas que se ven obligadas a llevar velo... A mí, la verdad, me parece mucho más sumisa la actitud de seguir las consignas que nos venden continuamente los publicistas y programadores, unas consignas que, no por casualidad, favorecen muchísimo a los poderosos.

  Si lo que define a la izquierda es la lucha contra los poderosos, creo que cualquier movimiento liberador tiene que luchar contra quien realmente hoy nos oprime, que no es ya la iglesia franquista (seamos serios, ¿qué porcentaje de jóvenes españoles se reprime hoy en día para llegar virgen al matrimonio?), ni ninguna instancia similar, al menos en España. Su tiempo de gloria ya pasó, por suerte. Tanto es así que hoy en día (y toda lucha debe anclarse en un contexto concreto) muchos de los valores habitualmente denominados "conservadores" han devenido revolucionarios. Por ejemplo: el esfuerzo, la lentitud, la fidelidad.

 Las clases dominantes, que se ríen (con toda la razón) ante los niñatos que les compran camisetas del Che Guevara para parecer revolucionarios, empezarían a tener miedo si esos mismos adolescentes decidieran empezar a estudiar.

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