Como bien sabéis, ayer fue 12 de octubre, una fecha emblemática para varios de nosotros sobre todo porque son las fiestas del Pilar, además del día de la hispanidad (con todas sus curiosas variantes hispanoamericanas, como "día de la raza", "día del encuentro de culturas" o "día de la resistencia indígena"). Aunque aquí lo que se celebra es el "National Day of Spain", por lo que nos invitaron a una recepción en casa del embajador (cada vez que digo esto me imagino a la Presley con los Ferrero Rocher). La verdad es que ninguno llevamos cámara, así que la única foto que puedo mostraros es la de la invitación:
¿Y cómo son estas cosas? Pues la apertura de Internet -y mi padre- me obligan a ser cauto y ceñirme a lo objetivo, sin entrar en jugosas observaciones personales. Se trata de un conjunto numeroso de personas muy elegantemente vestidas que van saludándose y sonriendo por doquier. Había ministros trinitenses, otros embajadores, otras personas que consideraron representativas de algo, y también españoles (los de la Embajada-Repsol y nosotros, los profesores de las universidades). También, y no menos importante, había dos barras de bar y, se rumorea, algunos camareros que iban ofreciendo algo de comida.
Se tocaron varias cosas, como los himnos de ambas naciones, y el embajador dio un discurso donde, todo hay que decirlo, habló de nuestra labor y de su intención de abrir un Instituto Cervantes en Trinidad. No miento si digo que los de la Embajada se muestran siempre muy cercanos y atentos con nosotros. Pero uno, qué le vamos a hacer, no está muy hecho a formalidades y comentarios del tipo "yo creo que ________ (rellénese con cualquier tema o personaje) tiene aspectos positivos y aspectos negativos", a excepción de cierto mandatario hispanoamericano que, según parece, sólo tiene aspectos negativos.
Como la recepción acababa muy temprano, las 9:30, y no estábamos por la labor de irnos a casa, continuamos un ratico más en la famosa "Ariapita Avenue", tomando unos tragos, lo que acrecentó mi proceso de nazificación con las alumnas esta mañana. Bueno, en realidad estoy pasando a otro tema, pero que se ha convertido en el central de mis días, en mi mayor preocupación. Y es la caída en picado del nivel educativo en las universidades de todo el mundo. Y parece que la mía, la UWI, se ha visto muy afectada en los últimos años por un proceso que, por otro lado, es global: la masificación, resultado de ciertos intereses políticos (gobernantes que se vanaglorian del aumento de licenciados y de universitarios, aún a costa de convertir las universidades en guarderías), unido al desprecio por las humanidades (hay directivos en la universidad que pretenden unificar las Filologías con el centro de enseñanza de lenguas, como si fueran una misma cosa, pensando que, total, las lenguas sólo sirven para que haya intérpretes y traductores en las reuniones comerciales).
El nivel de los alumnos de primero del "Spanish Degree" (equivalente a "Filología Hispánica") es desolador, aunque haya claras excepciones. Y lo más preocupante no es el nivel de conocimientos, sino la poca o nula responsabilidad y espíritu de trabajo que tienen. Hoy una alumna se sorprendió por decirle que las que dejaron en blanco la mitad de las tareas obligatorias estaban suspendidas en la nota de las tareas, mientras que otra batió el récord del humor absurdo. La pregunta era:
-Si alguien te dice "Cuando viajaba a España, conocí a mi marido", ¿Dónde piensas que lo conoció? ¿Por qué?
Con dos respuestas posibles: En el avión u otro medio de transporte, porque el imperfecto de "viajaba" indica que no terminó la acción de viajar. O: En España, porque el imperfecto indica que era un hecho habitual para ella viajar a España.
Pues bien, su respuesta fue: Conocí a mi marido en Francia, porque es un lugar muy romántico.
¡Olé! Y a veces me parece que la consigna sea: "como son poco trabajadoras, vamos a hacerlas trabajar poco; y como son bastante inmaduras, vamos a entretenerlas con actividades infantiles". Cuando, obviamente, debe ser todo lo contrario, precisamente porque queremos ayudarlas, y que den lo mejor de sí mismas, en la carrera y en la vida. Es curioso cómo se tiene por retrógrado, además de monstruoso, al profesor exigente, cuando lo retrógrado es permitir que se hundan las humanidades mientras se entretiene a las nenitas en universidades-guarderías para que salgan perfectamente acríticas y dispuestas a creer en nuestra amiga la publicidad: en 30 segundos, y sin esfuerzo, sé feliz comprando Coca-Cola. Y luego viaja a Francia a enamorarte de mi marido.
excelente !!! a ver si llegan mas seguidos tus posteos !! un abrazo !!!
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