Este inicio de curso está siendo una de las temporadas más intensas que recuerdo. Tan intensa que, al contarlo a la familia, hasta olvidaba hablarles de que he dado mis primeras clases como profesor de universidad. Y la experiencia no ha podido comenzar mejor. Lo que más me llama la atención es la distancia que hay entre el profesor y los alumnos, y que cuesta mucho superarla. Distancia en términos de respeto (yo aún no me siento aludido cuando dicen "señor Molina" y me tratan de usted, por ejemplo), pero también distancia en el sentido de que están calladitos escuchando al profesor y tomando apuntes, más preocupados por las notas que por interactuar o aprender, y temblando cada vez que les miro para preguntarles algo. Es algo que intento superar, aunque sea poniéndome un poco circense, y que consigo más fácilmente con la ayuda de las maravillosas asistentes colombianas que tenemos.
Y con el tema de las colombianas enlazo con la segunda parte, pero que se ha convertido en central, de estos días, que se están convirtiendo en un continuo "lime", hasta límites insospechados. Por ejemplo, ayer salí de clase a las 6 de la tarde realmente cansado, porque había tenido que madrugar y la noche anterior habíamos estado "liming" hasta tarde, y pensaba irme a casa cuando, entre que encuentras a uno, a otro, te juntas, charlas, te ríes, etc, resulta que son las 2 de la madrugada y estás en un bar tomando ron con el conjunto más heterogéneo (y genial) de personas que puedas imaginar. Incluso si me meto a mi despacho con la intención de trabajar, aunque sólo sea para actualizar las listas de los alumnos, enseguida va viniendo gente hasta que de pronto, voilà, se ha formado otro "lime". A todo esto, resulta que Mon ya es uno más en la UWI, se pasa todo el día en el campus disfrutando, e incluso estuvo de asistente en una clase con otro profesor! Total, que le da una pena enorme tener que volverse el sábado a España, y le entiendo.
Son tantas las anécdotas que sería difícil intentar contarlas. Uno de los momentos más curiosos, y más acojonantes para mí, fue el lunes en el acto inaugural del curso, donde tuve que salir al atril del auditorio para hablar en inglés, con mi macarrónico inglés en un auditorio lleno de alumnos, profesores, catedráticos y demás, podéis imaginar el vértigo que sentí cuando me quedé en blanco en mitad del "speech". Pero salí vivo, que no fue poco, con la anécdota de que, como ya no sabía cómo acabar, dije un "have a nice day" con el que todos se enternecieron, menos mal. Aunque luego me dijeron las colombianas, que estuvieron entre los alumnos, que cada vez que yo pronunciaba "scholarship" ("beca") se miraban sin entenderme, lo cual es especialmente grave teniendo en cuenta que mi objetivo era hablar de las becas del gobierno de España...
Pero voy sobreviviendo. Aquí prácticamente cada persona se convierte en un profesor de inglés.. o de trini, que no es lo mismo. Hoy, por ejemplo, me explicaron que, de la expresión venezolana "mamando el gallo" ("mintiendo") los trinis extrajeron su "mamangey", por ejemplo: "are you mamageying me?", o que, del español "hace calor", ellos evolucionaron a un increíble "it makes hot". Ayer con una trini que nos explicaba cómo bailar y hacer "whining", por ejemplo, u hoy con Lydia, con quien hemos quedado en reunirnos todas las semanas para intercambiar español por inglés-trini, y que es una trini de origen y cultura india (de la segunda casta, según me explicó) que ya se ofreció a llevarme con los suyos en el "Divali" que es como si fuera la Navidad cristiana pero versión hindú.
Aquí lo de las mezclas de culturas, razas y religiones es una de las cosas más fascinantes que he encontrado nunca, y me encanta, es un tema inacable de conversación con la gente, ya que estamos, además de con hispanos, con afro-trinis, indo-trinis, trinis musulmanes (el viernes es su gran fiesta, e iremos a la mezquita mayor)... En fin, fascinante de verdad. Y lo de conocer a gente es un continuo, ya me resulta más cómodo saludar a todas las personas con las que me cruzo, por si acaso las conozco. Porque aquí te vienen a hablar y quizás ni siquiera son alumnas, simplemente que les da curiosidad el hecho de ser español. Eso sí, cuando se enteran de que soy profesor, que no lo esperan (desde luego no tengo ninguna pinta), de repente es como que se acojonan y yo envejezco al menos 10 años (literalmente: he hecho la prueba de preguntar cuántos años creen que tengo, y, cuando piensan que soy estudiante, dicen que 23 y, al saber que soy profesor, ya me echan más de 30...).
En fin, tengo que acabar porque, como habrán adivinado, un nuevo "lime" me espera. Besicos a todos!
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